26 de noviembre de 2021

COVID 19 y Epistemologías del Sur

Columna escrita por: José David Ávila Z.


La propagación mundial del COVID 19 ha traído consigo varios malestares, tensiones e inequidades a nivel de la política internacional y nacional. En Colombia hemos visto cómo las medidas que se han tomado desde 2020, han sido condicionadas por decisiones internacionales desde los centros de poder mundial, destacándose abiertamente la magnitud de la influencia de las farmacéuticas. Es preciso mencionar también que la inestabilidad social que ha generado la pandemia puede tener su origen en el sistema capitalista de producción a despecho de consideraciones éticas y ecológicas, que de continuar su modus operandi–como parece que continuará—puede seguir ocasionando enfermedades zoonóticas aún peores en años venideros. El panorama es pues desalentador desde varias aristas: el problema es causado afuera, y su forma de tratamiento es determinada afuera, las condiciones que lo causan no parece que vayan a cambiar ni en el mediano plazo, los países subdesarrollados resultan peor golpeados económicamente y su soberanía queda en entredicho en cuanto a la capacidad de decidir sobre el problema en general.


Dentro de las teorías sobre el surgimiento del coronavirus, nos parece muy acertada la ecosistémica que plantea el Fondo para la Vida Silvestre (WWF, 2020), la cual relaciona la pérdida de bosques con el aumento de secreciones virulentas por parte de los murciélagos que los habitaban, habida cuenta que entre estos quirópteros pueden circular miles de tipos distintos de coronavirus, para los cuales están equipados con altas defensas: sin embargo, el estrés que les produce perder su hábitat natural les ocasiona bajas en dichas defensas. Por otra parte, al perder suss bosques originales, los murciélagos deben viajar grandes distancias en busca de hábitat, alimento o agua, y en el camino entran en contacto con animales domésticos y personas que antes no se relacionaban con la vida silvestre: en este momento inicia la transmisión de la enfermedad zoonótica[1].

 

Ahora bien, no hace falta elucubrar demasiado para entender que la deforestación masiva es causada por el sistema de producción en masa propio del capitalismo transnacional, el cual avanza implacablemente la frontera agropecuaria a tasas que superan la capacidad de carga natural. Por tal motivo, en reciente publicación, Andreas Malm ha establecido la tesis del Murciélago y el Capital, que pictóricamente postula que “la acumulación desenfrenada de capital es lo que zarandea con tanta violencia el árbol en el que viven los murciélagos y los otros animales. Y lo que cae es una lluvia de virus” (Malm, 2020, pág. 29).

 

Pero la COVID 19 prontamente dejó de ser una epidemia remota y pasó a ser una pandemia mundial y, en tanto que mundial, vuelve el capital trasnacional a sacar tajada. Es así como ‘ineludiblemente’ nos vemos abocados a la obligación de vacunarnos con antígenos que poderosos laboratorios farmacéuticos extranjeros produjeron en tiempo récord. Así mismo, hemos tenido que aprender a convivir con la COVID y una serie de medidas restrictivas que van y vienen; la mayoría son concertadas en los Centros de Poder mundial. Mientras tanto la producción y los pasivos ambientales siguen aumentando, no se puede parar nunca: los pingües resultados de las Conferencias de Cambio Climático (COP) son un claro ejemplo del poco compromiso ecológico de los grandes capitalistas. No sin razón la WWF ha lanzado la campaña “Pídele a tu gobierno que tome medidas concretas para futuras pandemias”[2], sin embargo en el status quo qué tanto pueden hacer los gobiernos de países tercermundistas al respecto?

 

En este escenario encuentro muy útil, y no utópico[3], pensar en las epistemologías del sur. Contextualicémoslas un poco. La interseccionalidad, así como la interculturalidad, pone de manifiesto vacíos e injusticias dentro del sistema mundo que rige hoy desde el centro, el cual tiene cimientos colonialistas, patriarcales y eurocéntricos, o del norte. Enrique Dussel y Boaventura de Sousa Santos son dos célebres pensadores que claman por las epistemologías del sur, o por descolonizar la cultura en la Trans Modernidad (cfr. Sousa Santos de, 2012 & Dussel, s.f.). Es la forma de llegar a una justicia y un desarrollo auténticos, y dejar de vivir a la sombra de lo que no somos: no somos ni europeos ni estadounidenses; para el caso, somos latinoamericanos. A nivel mundial el pensamiento, la ciencia, y la historia de ambos, son eurocéntricos, pero a nivel latinoamericano también: nuestro propio pensamiento está castrado y subyugado a la corriente dominante.

 

Entendemos sin embargo que existen la otredad, la alteridad, más cómo considerarla más allá de lo extravagante, lo anecdótico o lo singular? La universalización epistemológica sería poder entender todos los puntos de vista, o al menos considerarlos como dignos de ser tomados en cuenta. Para llegar a ello, la corriente de Dussel y Santos parte de nosotros mismos quienes estamos geográfica e históricamente en la periferia. Debemos retomar nosotros mismos primero un discurso original y auténtico, sin sentirnos avergonzados de nuestras particularidades, de los saberes ancestrales, de la dialéctica histórica propia. Una vez esto, podemos reclamar con entereza el lugar en el sistema mundo que tiene toda esta cultura y otredad que ha sido emasculada, olvidada o despreciada.

 

Extrapolando lo anterior a nuestro tema en discusión, encuentro que la COVID 19 también ha puesto de manifiesto que seguimos en el paradigma de la colonización, el eurocentrismo y el capitalismo. Empoderarnos epistemológicamente podría conducir a revisar y aplicar otras formas de tratar la emergencia sanitaria, prevenir y curar la enfermedad: formas propias que retomen la sabiduría ancestral y nuestra auténtica diversidad cultural y natural. No tendríamos que estar sujetos a las formas de abordar la cuestión que han seguido los países poderosos, las cuales no se han podido aplicar con éxito en los subdesarrollados, precisamente porque se mueven con dinámicas distintas. Esta idea parece muy arriesgada pero es menester afianzarla con denuedo, toda vez que la pandemia ha dejado ver claramente lo despiadado del sistema: rompe el equilibrio natural afectando principalmente los ecosistemas en lugares periféricos (Africa, Latinoamérica, suroriente asiático), pone en riesgo la salud de las personas, y una vez esto multiplica la inequidad porque los países pobres no pueden acceder a tiempo y competitivamente a las mismas soluciones médicas que el sistema impone.

 

Bibliografía

Dussel, E. (s.f.). La descolonización cultural. Buenos Aires: Centro Cultural de la Cooperación.

Malm, A. (2020). Corona, climate, chronic emergency. War communism in the twenty-first century. London: Verso Books.

Sousa Santos de, B. (16 de Febrero de 2012). Epistemologías del Sur (ES, Entrevista ALICE 5/9, Coimbra).

Vega, R. (2021). Una reivindicación del comunismo de guerra ecológico. IZQ. Espacio Crítico(101), 61-101.

WWF. (2020). COID 19: urgent call to protect people and nature. Gland: World Wide Fund for Nature.

 

 

 

 

 



[1] Otra teoría de la WWF indica que primero el murciélago ha contagiado de coronavirus el pangolín, cuya carne es muy apreciada como bien exótico y se cotiza su libra en cientos de dólares para proveer apetitos elitistas, no solo en China sino comercializada por el mundo.

[3] Porque como sostiene Renán Vega, lo verdaderamente utópico es pensar que el capitalismo puede resolver la crisis mundial que el mismo creó, continuando su misma forma de hacer las cosas: despilfarro y destrucción (Vega, 2021, pág. 77)

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